La morfología del Edificio K, a pocas cuadras de la costa de Vicente López, optimiza las vistas al río y reduce el gasto de energía y materiales.
Sin ninguna connotación política, el Edificio K nació con vocación de ícono. Ubicado en un terreno privilegiado de la costa de Vicente López, frente al Club de Regatas, este edificio de oficinas ya es un punto de referencia dentro del nuevo sistema de desarrollo urbano del partido. Esbelto, elevado y con una volumetría que para algunos remite a la Biblioteca de Seattle (obra del “Gran K”, Rem Koolhaas), el Edificio K flota sobre una plaza semipública y totalmente blanca. El proyecto consta de dos subsuelos para estacionamientos y trece niveles de oficinas, de planta libre.
Conceptualmente, la propuesta, elaborada por los estudios Vila Sebastían (con Gustavo Menéndez como arquitecto asociado) y Lier & Tonconogy se basa en un único cuerpo acristalado con la cintura estrangulada en una de sus caras. “La forma obedece a tres consideraciones –explica Adrián Vila– la orientación al río, la reducción de la incidencia del Sol, y la necesidad expresada por el grupo desarrollador de contar con una mayor superficie en las plantas superiores ”.
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